Christian ecards / Scripture cards

Cantad alabanzas, oh cielos, y alégrate, tierra; y prorrumpid en alabanzas, oh montes; porque Jehová ha consolado a su pueblo, y de sus pobres tendrá misericordia.

El que no amare al Señor Jesucristo, sea anatema.
El Señor viene.

Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa,
hacedlo todo para la gloria de Dios.

Mas gracias sean dadas a Dios, que nos da la victoria
por medio de nuestro Señor Jesucristo.

Los hijos de tus siervos habitarán seguros,
Y su descendencia será establecida delante de ti.

Pero tú eres el mismo,
Y tus años no se acabarán.

Desde el principio tú fundaste la tierra,
Y los cielos son obra de tus manos.

Los conejos, pueblo nada esforzado,
Y ponen su casa en la piedra;

Porque por gracia sois salvos por medio de la fe;
y esto no de vosotros, pues es don de Dios;

Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres;
pero el mayor de ellos es el amor.

Como el Padre me ha amado, así también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado,Que le hagáis saber que estoy enferma de amor.

Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos,

Mantengamos firme, sin fluctuar, la profesión de nuestra esperanza, porque fiel es el que prometió.

A todos los sedientos: Venid a las aguas; y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche.

Subió Dios con júbilo,Jehová con sonido de trompeta.

Jehová los ayudará y los librará;Los libertará de los impíos,
y los salvará,Por cuanto en él esperaron.

Como el agua fría al alma sedienta,
Así son las buenas nuevas de lejanas tierras.

Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste;
bienaventurados los que no vieron, y creyeron.

Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró.

Y pusieron sobre su cabeza una corona tejida de espinas, y una caña en su mano derecha; e hincando la rodilla delante de él, le escarnecían, diciendo: !!Salve, Rey de los judíos!

Y estando en agonía, oraba más intensamente;
y era su sudor como grandes gotas de sangre
que caían hasta la tierra.

Porque todo el que quiera salvar su vida, la perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará.

Y decía a todos: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.